EDITORIAL

El desafío de Obama ¿es también el nuestro?

Por el solo hecho de ser la gran potencia mundial después de la Segunda Guerra, habría que ser un tonto para no reconocer que Estados Unidos es el escaparate en que millones y millones de mujeres y hombres en el mundo buscan comprender el comportamiento de las sociedades y de construir sus propias utopías.

En ese país, como seguramente pasa en otros o en casi todos, las miserias y las bondades se encuentran y desencuentran, mostrando el crisol del comportamiento humano y de los factores económicos e históricos que lo determinan. Pero hay un elemento que distingue a Estados Unidos y es la posibilidad de decirle al mundo que son superiores, distintos, exitosos, libres y a la vez crueles. Muchas veces demasiados crueles, fundamentalmente cuando se relacionan con otros pueblos.

Como era de esperar su presidente Barack Obama no escapa a esa realidad por más que sea un hombre negro, demócrata, con un sentido republicano y liberal que lo identifica con los grandes pensadores que dieron origen a esa sociedad, que incluso llegó a inspirar el pensamiento de José Artigas, con su Rousseau en la mochila mientras iba marchando en la «redota» para dar nacimiento a la orientalidad.

Obama, el martes en la noche, le habló a sus conciudadanos y como todo presidente de una potencia mundial (la primera, por ahora) para decirles cuál es el desafío de esa sociedad, que en sus entrañas lleva, casi religiosamente, la idea de ser siempre los primeros.

Esta vez un presidente de Estados Unidos no se pintó la cara con colores de guerra, sino que fue al fondo más profundo del alma estadounidense, para hacer una apuesta fuerte. Por eso recurrió al recurso de ir a la época en que la URSS le ganaba la carrera espacial, con el bendito Sputnik que fue el primero que recorrió el espacio, para alertar a sus compatriotas de que se puede estar en una nueva etapa donde Estados Unidos no sea el referente ni la vanguardia de otras sociedades y comunidades.

«Este es el momento Sputnik de esta generación», dijo el presidente Obama para dibujar en el horizonte el peligro de que otra nación -en este caso China, aunque no la nombró-, supere a Estados Unidos en la aventura de una nueva época.

«Hace medio siglo», manifestó Obama en su intervención, «cuando los soviéticos nos ganaron en el espacio con el lanzamiento del Sputnik, no teníamos ni idea de que algún día los venceríamos en la Luna. No teníamos la ciencia necesaria y la NASA no existía». «Pero después de invertir en mejor investigación y mejor educación», agregó: «no solamente sobrepasamos a los soviéticos sino que desatamos una ola de innovación que creó nuevas industrias y millones de nuevos puestos de trabajo».

La apuesta de Obama es transparente, por lo menos en esta oportunidad: investigación y educación, como herramientas fundamentales para el avance de una sociedad. En esta sintonía queremos estar los uruguayos. Este es el desafío que tenemos por delante. El presidente Mujica lo intuye. ¿Podremos?

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